Todo cambia, se transforma, se mueve. Van los nómadas de aquí para allá, con sus caravanas a cuestas, con sus tradiciones a cuestas, con sus abrigos de densa lana, sus melenas trenzadas y preciosos collares de turquesa y plata. Nada es permanente. Ni el sol que les quema la cara, ni el viento que les seca la piel. Nada es permanente. Ni el país que fue suyo y ya no lo es.